DE VUELTA A LA ZONA







Llueve. Pero no es agradable porque llueve con la furia de una descarga premeditada y rabiosa. Como si el cielo se lanzara sobre la tierra tratando de limpiarla de terribles pecados pretéritos, con intención de lavarla, de purgarla del horror que habita estas tierras.

No sé si de modo atávico me estremece más el sonido de los truenos por sí mismos, o porque sepultan el gruñido de una atrocidad nacida de las entrañas de la radiación que me pisa los talones.

Estás en: